Los niños y los animales pueden convivir armoniosamente, relacionarse afectivamente y ser muy buenos compañeros. De hecho, esta relación trae múltiples beneficios. Los niños que viven con mascotas aprenden habilidades sociales, aumentan su capacidad de empatía y desarrollan su sentido de la responsabilidad. Sin embargo, puede ser que a un perro o gato no le gusten los niños. Esto puede deberse a que los niños hablan fuerte, tienen un trato un poco brusco en muchos de sus movimientos y las reacciones son impredecibles.

Por otra parte, hay perros y gatos que no han socializado previamente con niños, entonces cuando conocen a uno, lo detectan como una amenaza y pueden llegar a atacarlo.

Para evitar accidentes y que la relación entre ambos sea positiva, es necesario considerar lo siguiente:

1. Enseñarles a respetar el espacio del perro o gato: es muy importante poder instruir a los niños para que aprendan a respetar a los animales, mostrándoles que son seres vivos, que sienten como nosotros. Además, indicarles que no está permitido que los molesten mientras duermen o mientras comen, no tomarlo en brazos si no quiere, no quitarle sus juguetes y no tirar sus orejas o cola y, por supuesto, no hacerles daño.

2. Aprender a leer las señales: sirve mucho que podamos identificar las señales de incomodidad que pueda manifestar el perro o el gato, así como las señales de felicidad u otras emociones, para poder mostrárselas al niño. De esta forma podemos lograr que aprendan a comunicarse de mejor manera y a saber cuándo acercarse a ellos y cuando no. Por otra parte, cuando interactúen, no debes forzar a tu perro o gato y sólo permitir los acercamientos cuando se muestre contentos y relajados.

3. Experiencias positivas: Los movimientos del niño deben ser suaves y ojalá no gritar, para no generar miedo en el animal. Puedes darle algo rico de comer, como snacks, cada vez que se acerque al niño. Incentiva al niño a jugar con el perro o gato utilizando juguetes. Recuerda que los felinos son cazadores innatos, puede morder o arañar las manos del niño si no se le enseña; así que se recomienda el uso de juguetes tipo caña. En el caso de los perros puede ser un juguete para morder.
4. Vía de escape: en el caso de los gatos, es bueno siempre tener una zona de aislamiento donde pueda refugiarse cuando se sienta incómodo, puede ser una repisa en altura, un mueble o algo tan simple como una caja de cartón.

5. Permitir que el niño se involucre en las labores relacionadas con la tenencia responsable de tu animalito. Puede ser que te ayude a alimentarlo, sacarlo de paseo, cepillarlo, entrenarlo, etc. De esta forma se refuerza el vínculo entre ambos y, además, el sentido de responsabilidad.

Finalmente, nunca dejes a los pequeños a solas junto con su mascota, hay que mantener siempre una supervisión directa.

 

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